«Artesantander ’22» Obras de Joaquín Martínez Cano.

Feria internacional de arte contemporáneo.

Eran los años 2013 cuando Joaquín Martínez Cano empezó a descubrir las figuras que se esconden en las piedras de la costa nojeña. Primero fueron algunas caras que aparecieron en las pequeñas rocas grises dispersas, luego fueron apareciendo en los conjuntos rocosos de las orillas, las que asoman entre los plegones que nos recuerdan la reciente marea. Aún brillantes de algas y agua asoman las ninfas, los toros o las parejas de amantes, medio escondidos en la arena, sabiendo que nadie les ve. Recortado en el horizonte, un viejo marinero ha transmutado una roca en un testigo de la fila de paseantes al hilo del agua, les sigue con la mirada.

La cosa ha seguido durante años, como un milagro donde se produce aquello tan profundamente humano dado en llamar arte. Un hecho independiente a los afanes del estudio del artista, donde las que fueron rocas han ido conquistando parte del suelo del taller, mirando desde abajo al creador en su trabajo cotidiano, pensando, quizás, que su presencia pudiera saltar al bolsillo de algún nuevo visitante. Lo verdaderamente constatable es la existencia de piedras, rocas que van y vienen mientras la mar las moldea y todo aquello que configura la costa, dibujadas y fotografiadas, reproducidas, en suma, infinitas veces. Podemos reconocer las rocas y los lugares, o las simples piedras como tales. Lo que ya existe, lo vemos y constatamos objetivamente, existencia conocida y reconocible. A la vista de los comunes mortales.

Para el artista, para el poeta, todo tiene una vida paralela o simultánea escondida. Una vida que sin saber muy bien dónde nace, sale de la mano del artista, y sólo esa mano es capaz de conocer. El artista ve con la mano, su mirada nace en la mano que sorprende a la furtiva figura. Aparece, quizás contrariada por ser descubierta, muchas de las veces justificando su secreto. Brotan como una necesidad, como un reflejo, como un espejismo de entre los dedos de Joaquín para que ya no podamos eludirlas.

Manuel Sáenz-Messía, mayo 2022